sábado, julio 12

Un re rescate

El bardo era el siguiente. El tío de Mariana, el rengo Huguito (Sir Hugo para los entendidos) es fanático de las milanesas.

Las milanesas son un plato milenario que se hacen con pan rallado, aceite, carne cortada finito, y mucho amor. Dicen que las inventaron los romanos, o más bien que se las mandó Zeus en un ataque de simpatía que le agarró. Es un misterio.

Cuestión que acá no cualquiera sabe hacer milanesas (seremos ingleses pero no somos perfectos); es un arte que se transmite de maestro a pupilo de generación en generación. Entonces, como es lógico, porque acá a todo el mundo le da paja hasta amasar el pan para no morirse de hambre, solamente hay un maestro milanesero en todo el reino.

Por eso, todos los viernes a la mañana, el maestro milanesero va a la mansión de Huguito y le prepara un kilo de milanesas, como para que le duren toda la semana, y Huguito le paga 100 monedas de oro. Un curro bárbaro.

Entonces, como es obvio, secuestramos al maestro por un par de horas y Alan se hizo pasar por él, lo cual no fue difícil porque el piola del maestro siempre anda con una capucha misteriosa, para que no lo reconozcan en la calle y le rompan las bolas para que cocine.

Mientras Alan hacía como que cocinaba (al maestro milanesero no lo molesta nadie mientras ejecuta su arte) nosotros nos pudimos colar por la cocina, bajamos a un par de guardias, nos robamos un par de cosas (obvio) y mientras los muchachos hacían campana, yo subí a donde se supone que estaba la habitación de Mariana.

Tenía que tener mucho cuidado porque por esas horas se supone que Sir Hugo roncaba de lo lindo; y si lo llegaba a despertar se me armaba la podrida. Caminé de puntitas de pie (tuve un breve pasado de bailarín clásico, cuando era pibe) y logré llegar a los aposentos de mi amada.

Cuando ví a Mariana, después de tanto tiempo, y sin decir nada nos abrazamos largamente, revivieron en mí muchas cosas que habían estado muertas, y no hablo solo de mis sentimientos, sino de otras cosas. Puede que tuviera mucho que ver el hecho de que Mariana estaba medio en bolas, se ve que salía de darse un baño. Pucha, qué dura. Qué dura es la vida en el bosque.

En voz baja le conté cuál era el plan y nos deslizamos por la ventana usando sábanas atadas, como se hace en todas las historias de aventura (nunca se nos ocurre llevar sogas, es como algo que nos falla). Cuando llegamos abajo y corrimos lejos, toqué mi cuerno (ves, yo no dije nada y ya pensás cualquier cosa; después me dicen que el arruinado soy yo), que era la señal para que los Alegres abortaran la pantomima y rajaran, que es lo mejor que nos sale hacer en equipo.

Montamos en nuestros corceles (somos algo así como motochorros), y salimos cagando hacia el bosque.

Podría jurar que cuando nos estábamos alejando pude escuchar el bramido de Sir Hugo:
- ¡MI SOBRINA! ¡¡¡MIS MILANESAS!!!

Pero todo había salido bien y ya tenía a la rubia al lado mío que se agarraba fuerte para no caerse.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cambia, todo cambia. Mirá vos, en Sherwood cualquier cabecita come sushi y los caretones llevan la milanesa como estandarte de su estátus social. Acá es al revés, con la diferencia de que a muchos no les alcanza ni para las milanesas.

Anónimo dijo...

Es que somos ingleses, hacemos todo al revés. Manejamos del lado derecho, en vez de rey tenemos reina, y nuestras mujeres no tienen tetas.

Igual acá el sushi es re barato, COMO CORRESPONDE!

Anónimo dijo...

qué grande que sos robin, me dejaste sin palabras.
espero con ansias más de sus aventuras, y que no se caiga.
un abrazo
Joaco (Peter Pan)

Anónimo dijo...

Gracias Peter! A vos también loco.