jueves, septiembre 4

Próximamente...

un video sobre Robin que les volará los sesos.


Stay tuned.

jueves, agosto 28

Cuestión que el guardia era puto

Y era re puto nomás.

-Ah, mirá vos, ¿te gustan los musicales? -inquirí, ya casi seguro de que al guardia además le gustaba otra cosa que a mí no.

-Zíiiii, el otro día ví Hairspray en el patio del castillo del rey Juan, una función personal. Fue buenízimo -me contestó él con insano entusiasmo.

-Claaaaaaro... -dije, dirigiéndole una mirada cómplice a mi suegro, que se cagaba de la risa. -Bueno, mirá, ¿cómo te llamás?

-¿¿¿Y por qué debería darle mi nombre, vil prisionero??? -me espetó el guardia, recuperando la voz de macho.

-Mirá, tengo una propuesta que no vas a poder rechazar. Como sabrás, yo soy Robin Hood, más conocido como Robin el Chorro de Nottingham Vamo lo Pibe. Acá seguro que te pagan mal y te tratan para el culo por tus... ehm... gustos de la vida. ¿O me equivoco?

Ahí apelé a los sentimientos putezcos del guardia, y no estaba equivocado. Mirando por la rendija mínima de la ventana de la celda, pude ver cómo soltaba un "snif, snif".

-Sí, me tratan para el culo. No me comprenden. Me roban el almuerzo y no tengo tema de conversación con nadie. A mí me gusta el pop y a ellos los cantitos de cancha.

-Bueno, para que veas a qué apunto, en el bosque, por más que la mayoría pateamos para el arco heterosexual, somos lo más tolerantes del mundo. Es más, si te nos unís y querés usar flechitas de muchos colores y sombrerito con pluma rosa, te aplaudimos.

-Ayyyyyyyyy, no zé -dijo el guardia, aparentemente persuadido por la idea.

-Ah, me olvidé de aclararte: una vez por mes tenemos noche de karaoke.

-Ayyyyyyyyy qué tentadoooooor pero no zéeeeeeeeeee...

-...conducida por mi amigo Juan Peque. Que es grandote y simpático.

Sé que está re mal vender el culo de un amigo, pero ese fue el golpe de gracia. Al guardia le brillaron los ojos.

-Me shamo Shoni. Me uno a tu banda. Sha mismo.



Aguante yo, vieja.

viernes, agosto 22

Ah no no no

Pero qué viejo de mierda traidor y la puta madre que lo parió.

-Ah nooo, suegrito, qué puñalada por la espalda la tuya eh.

-Perdoname Robin, es que caí en pánico... Con todo esto del Rey Ricardo... Vos sabés que mi hijita es sagrada para mí...

-Sí, blah, ahora no me des pie que te caés. Primero veamos cómo sorongo salimos de acá.

Court Amambos se calló la boca a beneficio de su propia seguridad, mientras yo me levanté de un saltito (acordate que todo este balurdo lo estaba atravesando atado de pies y manos, lo cual no fue para nada elegante) y me acerqué con saltitos similares a la puerta de la celda, que tenía como única abertura una ventanita minúscula, atravesada de barrotes. Pude vislumbrar a un guardia apostado al costado de la mazmorra.

-Hooooolaaaaa -dije a través de la ventanita, como siempre tan original con lo que digo.

-¡Chitón, prisionero! -me contestó el guardia. -¡Guarde silencio o lo azotamos, Chorro!

-Ay, me llamó por mi apodo preferido, qué divino.

Volteé hacia el traidor de mi suegro.

-La veo jodida eh. No hay una puta salida acá, y este parece ser un guardia muy abocado a su trabajo, no es de esos que se ponen a jugar al solitario.

-Más bien. Hace semanas que estoy acá y ni siquiera pude sacarle dos palabras de charla. Verás que me he embolado de lo lindo.

-Te lo merecés por viejo puto -murmuré.

-¿Que te amputás qué?

-Nada, nada, que tiene un carácter impoluto, dije.

-Ah.

-Estás sordo suegrito, eh. Si seguimos teniendo diálogos como este, podríamos escribir una comedia musical, ya que estamos acá tan encerrados y tan al pedo.

Y fue en ese instante en el que escuché algo que logró darme una pista sobre cuál sería nuestra salida.

-¡¡¡Ayyyyyyy!!! ¡¡¡Me encantan las comedias musicales!!! ¡¡¡Zen-za-zio-na-lezzz!!!-se oyó al guardia exclamar a través de la puerta.



Y con esas sencillas siete palabras exclamadas en un tono tan pero tan doncellezco, me dí cuenta que el guardia era más puto que los pavos reales.

lunes, agosto 18

Un regalito en la celda

Un cagazo bárbaro me pegué con esa tos.

-¿Quién anda ahí? -atiné a preguntar, con una voz bien de maricón (y sí, ponete en mi lugar).

A mi pregunta le siguió un silencio, y luego...

-¿Robin? ¿Robin de Locksley? -me respondió una voz avejentada y cansada.

-¿Cómo sabes mi nombre? -me sorprendí.

-Oh, Robin, Robin... ¿Acaso no puedes reconocer a tu propia familia?

Me quedé duro. ¿Quién carajo era? ¿Mi tío Jorge, el de Nottingham, que hace años que estaba en cana por choreo de chanchos? ¿Mi tío Fafi, que siempre me lo encontraba en los lugares más insólitos? ¿La señora que limpiaba el castillo, que tenía voz de hombre? Mierda. Qué curiosidad.

-Estoy maniatado, hace frío, hay olor a mierda, y estoy empezando a tener hambre. Son muchos factores en contra como para que pueda pensar con claridad, oh señor compañero de cautiverio. ¡Reveal yourself! -dije, haciendo gala de mi inglés local.

-Soy sir Court Amambous, el padre de Mariana, ¡Robin! ¡Cómo puede ser!

-¡Suegrito! ¡Qué hacés acá, viejo! Estabas desaparecido vos. ¿Hace cuánto que te tienen acá?

-La verdad que ni idea, hijo... Hace mil, qué se yo. Y ni me dijeron por qué. Vino el pelotudo este de Gisborne y me tiró acá adentro. ¿Mi hijita, Robin? ¿Qué pasó con mi hijita?

Acá vamos de vuelta con lo de hijita mi hijita y toda esa boludez. Mi suegro se piensa que Mariana es una nena que nunca se desarrolló y que sigue pensando en unicornios y esas taradeces. Convengamos que Mariana ahora está en histérica, pero antes de que pasara todo este bardo del rey y eso, cuando teníamos una vida más o menos normal, con Mariana había acción de sobra, y el viejo nunca se enteró porque sino le agarra un ataque que ni te cuento.

-Tu hijita bien, no te hagas drama. La rescaté de lo del tío y la llevé conmigo al bosque. Ahí está más segura. Además no sé si te enteraste que la querían casar con Gisborne.

-Sí...

Hubo un silencio. Estaba oscuro, no se veía un choto, pero no sé por qué me dió la sensación de que el viejo se había puesto todo colorado.

-¿Sí qué?

-Perdoname Robin. Fuí yo el que mandó a Gisborne a que se casase con mi hijita.



¡Ahhhhh no no no! ¡Lo que me faltaba!

lunes, agosto 11

Robin el chorro, en vivo!

La autora de Robin el Chorro estará presente en la Feria Tolkien 2008, repartiendo panfletos y haciendo gala de su vestimenta medieval a la última moda.

Para más información, click acá.

Nos vemos!


(El relato será retomado la semana que viene, Robin está todavía recuperándose de la resaca de su cumpleaños, que fue el 31 de julio. La autora cumple el 14, así que pueden dejar saludos para ambos).

viernes, julio 25

Al horno con papas

La verdad que, le haya salido mal o no, en mi vida lo vi a Gisborne tan contento. Parecía que era Navidad y que le habían regalado una Wii.

Me ataron las extremidades, me pusieron una capucha tapándome la cabeza, me patearon un rato y me terminaron tirando en una mazmorra en lo de Gisborne, soltando una risa malvada cuando cerraron la puerta con llave. ¿Vieron que los malos cuando te encierran se empiezan a reír malévolamente? Es un hábito que tienen.

Estaba todo oscuro y la celda tenía un olor a mierda terrible. Hacía frío.

Seguramente iban a anunciar mi captura y al día siguiente me colgarían adelante de todo Sherwood, para demostrar que supuestamente con el rey Juan no se jode.

Ya está, pensé. Hasta acá llegamos.

Mariana. Fue lo primero que me vino a la mente. En la nebulosa quedaron los Alegres y la misión; yo sólo añoré, por unos instantes, los dorados cabellos de mi amada, y el calor de sus manos. Lo único que puede salvarme, pensé, es el amor de Mariana.

Y en esas cosas mi mente cavilaba, tendido yo en el piso frío de piedra, ciego por las vendas que cubrían mis ojos; cuando escuché una tos casi imperceptible.

jueves, julio 24

Una decisión jodida

Fue entonces cuando de la nada empezaron a salir soldados del Sheriff, por todas partes.

Pero bocha. Se ve que estaban de oferta ese día. Nunca ví tantos monos juntos en mi vida. Y de la nada también apareció Gisborne, que apareció a los pedos con su caballo, a lo San Martín, y me dice:

-¡Robin de Locksley, quedas arrestado por la autoridad que se me ha conferido por mis títulos nobiliarios y en nombre del rey Juan!

Odio cuando se manda la parte de esa manera.

-¡Andá a cagar! -le respondí yo haciendo honor a mi educación elite.

Los Alegres que estaban en tierra y yo entramos a correr pero los otros estaban a caballo y era obvio que nos iban a hacer imposible rajar. Así que hice algo impulsivo.

-¡Corran muchachos! -exclamé.

Y me tiré sobre el caballo de Gisborne, que venía a todo galope hacia mí.

-¡Estás loco, Locksley! -me gritó Gisborne, frenando su corcel en seco.

-¡Sos un gil, Gisborne! -le contesté, siguiendo la rima.

Los Alegres pudieron escapar. Me miraron raro, pero entendieron la intención. No los siguieron porque ya me tenían a mí. No podía arriesgarme a que descubrieran la localización de nuestro campamento. Fue un sacrificio válido.

Pero qué feo que es cuando te atrapan.

miércoles, julio 23

Asalto frustrado

Era de mañana temprano el asalto al carrito blindado. Tuve que levantarlos bastante temprano a los Alegres, lo cual muy bien no les cayó, pero cuando es para chorear no tienen tanto drama.

Esperamos en el sendero lindante al bosque como dos horas. A algunos los mandé arriba de los árboles para que flechearan desde ahí, si hiciera falta, y abajo estábamos Juan Peque y yo disfrazados. Íbamos a hacer el número ladronístico que mejor nos salía: el cuento del millonario herido.

Cuando vimos que se acercaba el carro, Juan Peque se tiró al costado del camino y le tiré un poco de tuco encima (habíamos cenado tallarines la noche anterior, lo cual nos vino al pelo), como para que fuera más convincente. Tenía puesto un traje lujoso de terciopelo y botones dorados, que le habíamos afanado una vez a un empresario. Bien de rico, el traje, por no decir que también era bien de puto (terciopelo, dale!), pero mejor no mencionar la palabra puto adelante de Juan Peque porque se pone loco y te pega una trompada. Está medio rayado con ese tema.

Yo, por mi parte, engalanaba mi esbelta figura con un traje propio de la servidumbre señorial. Un mucamo cualquiera, o sea.

Pasa el carro y yo grito:

-¡Señores, señores! ¡Mi amo está herido! ¡Deténganse por favor!

El carro para y se asoma uno de los gorilas.

-¿Qué pasha, pebe? -me dice el grandote, que tenía toda la pinta de ser cruza de Mike Tyson con un tiranosaurio rex.

-Pasó Robin Hood con sus chorros y nos sacaron todo; los caballos, la guita, ¡y a mi amo lo apuñalaron!

-Noo, pebe, qué cagada -me contesta Tyson.

Mete la cabeza adentro del carro y escucho que dice un "Noveshientoshonce, Hernán". Se asoma de vuelta.

-¿De qué esh dueño tu patrón, pebe?

-De la fábrica de chocolates "El plebeyo exquisito".

-Bueno, shubilo que lo shevamosh al cashtisho -dijo el Tyson, convencidísimo que éramos gente elite.

Cuando abrieron la puerta, y yo fingía ayudar a Juan Peque a subir al carro, saltaron los Alegres de entre los arbustos y se abalanzaron sobre el vehículo. Yo saqué mi espada (obvio que tengo espada, si soy un héroe medieval) y corté las riendas de los caballos para que no pudieran rajar. Salieron los patovas con las manos en alto, y yo miré adentro para poder verle la cara de sorpresa a Ezungar Cah.

Y no estaba. Lo único que había en ese carro eran un par de botellas de vino abiertas y lo que parecían los restos de unos sánguches de jamón y queso.

En ese preciso momento, por sobre los gritos de alegría de mis Alegres, supe que habíamos caído en una trampa muy, pero muy obvia. Y que estábamos al horno con fritas.

martes, julio 22

Casi un Robin menos

No, no, boludo. Lo que fue eso.

Hace una semana que nos escribo en este diario, pero las razones no fueron que Mariana por fin entregase (puf!), ni la festichola prometida para el día del amigo.

Casi no la cuento, eh.

Por primera vez en mi vida, me salió mal un choreo.

Cuestión. Resulta que el miércoles pasado fue la colecta semestral tributaria de todo el reino, y un carrito blindado desfiló pueblo por pueblo llevándose la platita de los pobres campesinos que ya no tienen ni donde caerse muertos. Una bronca terrible. Obviamente que Robin Hood y los Alegres se iban a meter. Supongo que fuimos bastante predecibles ahí.

Hay un tipo que es más hijo de puta que Juan sin Tierra, el Sheriff, Gisborne y Hitler juntos. Dicen que vive en una cueva y que desayuna nenes. Dicen que es tan malo, pero tan malo, que juega al truco con el Diablo y le gana, y encima después lo gasta tan feo que el Diablo se pone a llorar. Dicen que es de Racing. Dicen que cuando pisa una iglesia se le empiezan a quemar los pies.

Se llama Ezungar Cah, y es el recaudador de impuestos del reino. Pero como tiene un nombre muy raro, le suelen decir Garca, a secas.

Cuenta la leyenda que al Garca lo criaron en el Polo Norte y por eso tiene tan frío el corazón. Dicen también que lo tenía amenazado a Papá Noel, pero eso ya es más largo de contar, otro día escribo sobre eso.

Volviendo al tema; Ezungar, haciendo honor a su apodo, iba a estar a bordo del carrito blindado, con diez patovas custodiándolo, e iba a volver con la platita a lo de Juan sin Tierra, para que el susodicho continue gastando en boludeces. No, señor, no puede no meterse Robin Hood ahí.

El castillo del rey está a más o menos veinte kilómetros de acá, por eso el carrito sí o sí, yendo para arriba en el mapa, tenía que bordear el bosque de Sherwood. Servido en bandeja.

Tendría que haberme dado cuenta que lo estaban haciendo a propósito.

martes, julio 15

Pucherito

Ayer tuve la tan esperada charla con Mariana.

A las mujeres, cuando les vas a hablar de un tema delicado, primero tenés que ablandarlas. Le regalás una florcita, le tirás un par de piropos, te quiero cosita, bla bla bla, muchi muchi cuchi cuchi, no me dejes nunca, abracito.

Y ahí las tenés a punto manteca, re románticas y amorosas, cosa que cualquier boludez que le digas que pueda caerle mal le agregás un "pero yo te amo" y listo, no pasa nada.

Por ejemplo:

-Mariana, ¿cuando vas a entregar?
-¡Ay, Robin!
-Dale, no seas histérica, me tenés las bolas llenas... pero yo te amo.

Ahí se reduce todo el impacto, y además le producís como un poco de culpita.

Ya sé, ya sé lo que están pensando. Robin sos un chorro calentón, cómo la vas a presionar así, pobrecita, si no quiere entregar dejala tranquila, bla bla bla. Pero dale, dejate de joder, ni que fuera virgen. Además estamos en pleno siglo XII, que no sea retrógrada.

Está bien; somos ingleses, es normal que seamos medio asexuados y conservadores, comparados con los escoceses, que están todo el día en pollera y gritando "libertad", pero somos seres humanos y tenemos necesidades.

Ademas yo de verdad tengo sentimientos muy fuertes por Mariana, no como ese Gisborne que lo único que quiere es la guita y derecho para enhebrar la aguja. Mariana es la mujer de mi vida, es la única para mí, y preferiría que me maten a que le pase algo malo. Ay, qué mariconazo que me puse.

-Daaaaaaleeeee por favooooooor.
-Basta, Robin, dejame tranquila.
-Pero daaaaaaaaleeeeeeeeeee.
-Es que no tengo ganas hoy, en serio.
-Pero no tenés ganas nuncaaaaa.
-Es que el bosque me pone nerviosa, está toda la banda, va a ser medio obvio.
-Pero de noche roncan como troncos y ni se van a avivar, daaaaaleee.
-Basta, Robin, no me presiones.
-¡Pero soy un héroe medieval, merezco una alegría de vez en cuando, che!
-¡Y yo soy una doncella, se supone que me tenés que cuidar y cumplir mis deseos!
-Si vos sos una doncella, yo soy Batman, Mariana, dejate de joder, bien que antes de que empezara este quilombo del rey Ricardo y nos veíamos todos los días, estabas hecha una geisha, ahora te agarró la loca.
-Es que ni da hacerlo acá, Robin, están todos tus amigos.

Y así, y así y así. Tuve que recurrir a la lástima de vuelta.

-Pero no me hagas esto, yo te amo, DAAAAAALE.
-Te prometo que cuando esté todo más tranquilo y esté un poco más cómoda en el campamento se va a dar la oportunidad. Pero porfa, basta.

Y me hizo pucherito.

Mierda, sabe que el pucherito me mata.

Entonces le dí un beso, y le dije que se quedara tranquila, que yo la iba a esperar. Que íbamos a estar juntos toda la vida y que un tiempo sin "acción" no era nada comparado con el amor que yo le tenía.

Y me fuí a seguir tallando flechas. Si seguimos así voy a dejar el bosque sin árboles.

lunes, julio 14

La mamúa del Padre Tuc

Los domingos siempre son un día medio raro para la banda, porque el Padre Tuc se pone religiosamente más en pedo que nunca.

Se sabe que el cura en pedo no es un clavo porque dentro de todo tiene el hígado acostumbrado de tanto bombardeo damajuanesco. El tema es que todos sabemos la razón de las penas alcohólicas del pobre gordo, y la verdad que no son para nada felices.

Por lo que estoy enterado (porque seré chorro, pero no adivino) a Tuc lo rajaron de su iglesia por un bardo que tuvo con uno de los grosos de ahí. Siempre fue un tipo más bueno que las tostadas con queso finlandia; y se ve que cuando vio cuál era la verdadera distribución de las donaciones de la iglesia armó quilombo, porque la onda era ayudar a los pobres, no que los cardenales cenaran salmón a la luz de las velas. Cuestión que lo rajaron por honesto y quedó re mal después de eso pobre, se ve que además le hicieron algo a la familia para que se callara la boca, pero no nos contó mucho de qué onda con eso. Se pone triste y chupa el doble si tocamos el tema.

Por eso los domingos son el peor día en su frecuencia alcohólica; se acuerda de que se supone que tendría que estar dando misa, y se pone re sentimental. Mejor no hablarle los domingos al Padre. La semana pasada no sé qué comentario le tiró el Negro Migue que Tuc sacó un frasco de agua bendita y se lo tiró en la cara, porque según él el negro está poseído. Y le explicamos que no es que estaba poseído, es que estaba bailando regg-ae-toun (una danza de su tierra natal) y que para eso tiene que mover mucho el culo, pero el Padre estaba tan en pedo que no hubo forma de que entendiera. Por suerte después se quedó dormido y no rompió más las bolas.

Igual, con todos sus bardos y su pedo permanente, es un divino el gordo. Yo lo re banco. Aunque no está ejerciendo su profesión ni nada, entre los Alegres es al primero que le van a contar todo cuando se mandan alguna cagada, los muchachos, y siempre sabe dar consejos bárbaros. Por ejemplo, el otro día yo andaba como medio emocionado por la presencia de Mariana (de eso te cuento la próxima) y estaba un poco ansioso, de la manera que sólo un hombre puede estar ansioso. Y yo soy el líder de la banda, no puedo andar distrayéndome. Entonces fuí y le dije al padre:

- Padre, no sé qué hacer, esta Mariana me tiene con la perdiz enloquecida y todavía no le pude tocar un pelo. ¿Qué mierda hago?

Entonces el Padre puso cara de gordo sabio y me contestó.

- Cada vez que le tengas ganas a la rubia, tallarás una flecha. Así contarás las veces que te sales de control.

Decí que si Cupido necesitara proveedores yo ahora sería su fabricante número uno, porque la rubia esta mucho ruido pero pocas nueces. Igual de eso te cuento mañana, porque ahora justo me iba a sentar a hablar con ella del tema. A ver qué onda.

sábado, julio 12

Un re rescate

El bardo era el siguiente. El tío de Mariana, el rengo Huguito (Sir Hugo para los entendidos) es fanático de las milanesas.

Las milanesas son un plato milenario que se hacen con pan rallado, aceite, carne cortada finito, y mucho amor. Dicen que las inventaron los romanos, o más bien que se las mandó Zeus en un ataque de simpatía que le agarró. Es un misterio.

Cuestión que acá no cualquiera sabe hacer milanesas (seremos ingleses pero no somos perfectos); es un arte que se transmite de maestro a pupilo de generación en generación. Entonces, como es lógico, porque acá a todo el mundo le da paja hasta amasar el pan para no morirse de hambre, solamente hay un maestro milanesero en todo el reino.

Por eso, todos los viernes a la mañana, el maestro milanesero va a la mansión de Huguito y le prepara un kilo de milanesas, como para que le duren toda la semana, y Huguito le paga 100 monedas de oro. Un curro bárbaro.

Entonces, como es obvio, secuestramos al maestro por un par de horas y Alan se hizo pasar por él, lo cual no fue difícil porque el piola del maestro siempre anda con una capucha misteriosa, para que no lo reconozcan en la calle y le rompan las bolas para que cocine.

Mientras Alan hacía como que cocinaba (al maestro milanesero no lo molesta nadie mientras ejecuta su arte) nosotros nos pudimos colar por la cocina, bajamos a un par de guardias, nos robamos un par de cosas (obvio) y mientras los muchachos hacían campana, yo subí a donde se supone que estaba la habitación de Mariana.

Tenía que tener mucho cuidado porque por esas horas se supone que Sir Hugo roncaba de lo lindo; y si lo llegaba a despertar se me armaba la podrida. Caminé de puntitas de pie (tuve un breve pasado de bailarín clásico, cuando era pibe) y logré llegar a los aposentos de mi amada.

Cuando ví a Mariana, después de tanto tiempo, y sin decir nada nos abrazamos largamente, revivieron en mí muchas cosas que habían estado muertas, y no hablo solo de mis sentimientos, sino de otras cosas. Puede que tuviera mucho que ver el hecho de que Mariana estaba medio en bolas, se ve que salía de darse un baño. Pucha, qué dura. Qué dura es la vida en el bosque.

En voz baja le conté cuál era el plan y nos deslizamos por la ventana usando sábanas atadas, como se hace en todas las historias de aventura (nunca se nos ocurre llevar sogas, es como algo que nos falla). Cuando llegamos abajo y corrimos lejos, toqué mi cuerno (ves, yo no dije nada y ya pensás cualquier cosa; después me dicen que el arruinado soy yo), que era la señal para que los Alegres abortaran la pantomima y rajaran, que es lo mejor que nos sale hacer en equipo.

Montamos en nuestros corceles (somos algo así como motochorros), y salimos cagando hacia el bosque.

Podría jurar que cuando nos estábamos alejando pude escuchar el bramido de Sir Hugo:
- ¡MI SOBRINA! ¡¡¡MIS MILANESAS!!!

Pero todo había salido bien y ya tenía a la rubia al lado mío que se agarraba fuerte para no caerse.

jueves, julio 10

Mini vacaciones en esto de ser el lider

Hoy definitivamente se armó la podrida. Estos Alegres no estaban haciendo un choto de su vida, entonces me calenté y me fuí a la mierda, tal como prometí ayer.

Claro, los muy borrachos ni se dieron cuenta al principio que yo no estaba, pero cuando después de dos horas ellos seguían jugando al limbo con una liana y no escucharon más a alguien cagándolos a pedos de fondo, ahí se dieron cuenta. Yo, a todo esto, estaba arriba de un árbol mirando todo.

Fue genial. Primero pensaron que me había ido a hacer lo mío atrás de un arbusto (y sí, qué te pensabas, acá en el bosque se come y se caga donde se puede). Pero pasó media hora más y usualmente no soy de colgarme leyendo ni nada; ahí empezaron a entrar en pánico de a poquito.

Los dejé ser hasta la noche, que ahí ya se lo tomaron en serio. Era para pintarles un retrato: todos seriecitos, especulando cómo se iban a dividir en grupos para buscarme, qué pasaría si me capturaba el Sheriff, que pim y que pum. Claro, ahora el Padre Tuc ni se acordaba de la damajuana y el negro Migue había dejado de mover el culo como un poseído pidiendo "palmas, palmas" y haciéndose el profesor de danza jazz. Hasta creo que Guillermo lloraba un poquito.

Los hice sufrir un ratito más pero cuando ya se preparaban para salir a buscarme, bajé del árbol y los cagué a puteadas por haber tardado tanto en ponerse a buscarme (además me estaba re meando después de seis horas arriba de un árbol). Les dije que si no bajaban un cambio, yo me iba a Escocia a revolear el kilt y a la mierda la resistencia antimonárquica, que se las arreglaran ellos si les importaba tanto.

Juan Peque fue el único que se calentó un poco, pero el resto vinieron con la colita entre las patas a pedirme perdón. Cuando las cosas se ordenaron un poco, presenté el plan para rescatar a Mariana. Después de una larga charla que pasó desde qué disfraz usaríamos para camuflarnos hasta a quién expulsaron en Medievando por un Sueño (una cosa que organizó el rey Juan; re grasa), ya teníamos más o menos en claro qué íbamos a hacer. Mañana apenas sale el sol nos mandamos a Nottingham y hacemos lo nuestro.

miércoles, julio 9

Hay algo que me huele mal, y no es el Padre Tuc

Hoy estaba por proponer la misión de rescate de Mariana, pero los Alegres no me dieron bola. El negro Migue les estaba enseñando a bailar una danza africana de su madre patria. Se llamaba algo así como "reg-ett-oun".

Este campamento es un despiole, y estoy re de mal humor. En cualquier momento me voy a la mierda.

martes, julio 8

Esta Mariana me pone en boludo

Será una histérica que no entrega más, pero cómo la extraño a la guacha.

Con Mariana nos conocemos de pibes. Nuestros viejos eran amigos y cuando nos íbamos al contry todos juntos ella y yo no nos despegábamos ni un segundo. Siempre fue un minón Mariana. Toda rubia, toda angelical. Todo el barrio le tenía ganas, pero el único que pudo comerle la boca (cuando crecimos un poco, obvio) fuí yo. Como los cagué. Me re odiaban en esa época.

Se supone que nos iban a casar hace unos años (cuando a mí todavía me decían Lord Robert), pero cuando se me murió mi viejo se cagó todo el plan. Más o menos por esa época el rey Ricardo estaba planeando irse a las Cruzadas (a las Cruzadas, ¡qué al pedo! ¡con lo lejos que queda Medio Oriente!) y el viejo de Mariana andaba con problemas de guita. Y entre una cosa y otra no se pudo. Pero sé que ella me sigue queriendo, aunque hace como seis meses que no la veo... Más exactamente, desde que tuve que esconderme en el bosque.

Encima el pelotudo este de Gisborne le tiene ganas desde hace bastante y me la quiso raptar, por eso el bardo este. Es amigo de Juan sin Tierra. Son de esa gente que antes de cocinar el asado le sacan la grasa. Cualquiera mal. El asado se come grasoso y con chimichurri, sino sos puto.

Uh, ahora me dió hambre. Todo mal.

lunes, julio 7

Más Alegres que nunca

Hoy fue un cago de risa.

Resulta que había una caravana del rey (el trucho, no el capo) atravesando el bosque y, obvio, los fuimos a limpiar. El procedimiento de siempre, como no: las flechitas, actitud adusta de parte de mis hombres, yo gritando que era Robin Hood, los guardias atemorizados. En fin, nada fuera de lo normal. Solamente a Juan sin Tierra se le puede ocurrir mandar una caravana en medio de un bosque lleno de gente que le tiene bronca.

Pero la parte genial vino cuando abrimos la parte de atrás del carro. No sabés el morfi y el vino que tenían, negro. Sí, negro, porque también tenían a un negro metido, pobrecito, se ve que esclavo africano o algo. Ese obvio que se nos hizo amigo apenas pudo.

A los boludos del rey no les hicimos nada más que ponerlos en pelotas, atarlos a sus caballos y mandarlos de vuelta a de donde habían venido. Y mientras nos empujábamos entre nosotros para agarrar algo del morfi que nos había mandado el de arriba (mientras lo pateábamos al Padre Tuc que parecía un luchador de sumo enloquecido), el negro nos contaba que estos últimos meses había estado de mucamo en lo del Sheriff y que tenía toda la posta. Te voy a ir contando en los próximos días porque no quiero quemar la buena suerte.

Lo que sí no me gustó un carajo es que, además de la posta, el negro tenía una mala noticia: A Mariana la quieren casar con Gisborne en dos semanas. El caradura. Algo voy a tener que hacer sino me quedo sin el pan y sin la rubia.

domingo, julio 6

Ni para comer, ni para co...

Con este tema del invierno no hay un soto para cazar en este reverendo bosque. Ni un conejito choto. Ni un canario escapado de jaula. Nada. Nones.

Al Padre Tuc ya lo están mirando con ganas.

Qué grande el Padre Tuc. Literalmente. Hace dos días que no hay morfi y el turro sigue con esa panza gigante. Anoche se despertó y tuvo que espantar a cascotazos a Alan y a Mole que se le acurrucaron al lado porque estaba calentito el gordo, y en sueños le empezaron a morder los brazos. Pasa que el Padre ama a Dios, pero lo ama porque inventó el chupi. Está todo el día con la damajuana en la mano el Padre. Voy a tener que pedirle que afloje un poco porque en uno de estos días llega a descomponerse. Imaginate el contenido de esa panza. Ay, no, me lo imaginé. Qué horror. Basta.

Pero el hambre no es el problema más grave. También falta de lo otro. No lo voy a escribir porque seré chorro pero soy respetuoso. Además alguno de los Alegres me llega a robar el cuadernito y leer todo en voz alta me re quema. Son capaces.

Yo por ahora me la estoy bancando bárbaro, y eso que la vida en el bosque es bastante dura. Pero estos Alegres están todos re endurecidos pero no de la voluntad, y andan buscando desesperadamente algo donde depositar la fortuna. El otro día lo agarré a Guillermo persiguiendo una ardillita. Pensé que era para comérsela, pero después cuando ví a dónde apuntaba (literalmente), se la tuve que sacar porque me dió pena. Igual nos la comimos porque otra cosa no había.

Claro, estos vivían de joda en joda antes de este tema de Juan Sin Tierra, pero yo me tuve que acostumbrar a que me jodan a mí, porque Mariana es más histérica que stripper con ropa puesta.

Pobre Mariana, hace mil que no la veo, y encima está encerrada en la casa del tío. Algún día de estos, cuando pueda solucionar el tema de la comida y mis hombres estén un poquito más centrados, la voy a rescatar.

miércoles, julio 2

Tengo frío, loco

Hoy es mi cumpleaños y como a buen canceriano de mierda me llenaron de regalos chotos; incluído este cuadernito.

Juan Peque me dijo que es para escribir mis memorias, y que mis aventuras queden para la posteridad. Ahora se viene a hacer el ilustrado el Juancho. A veces tiene ideas inteligentes, pero cuando lo ves haciendo fondo blanco con un tonel de vino y riéndose como un boludo no suele transmitir esa sensación.

Los Alegres (así le dicen a mi banda, porque suelen estar siempre ligeramente en pedo) me hicieron una re fiesta ayer con músicos, show en vivo y todo, pero yo estaba deprimidísimo y no disfruté nada. Quiero volver a mi castillo, pero me tengo que quedar acá hasta que se resuelva lo de Juan Sin Tierra. Encima los tarados estos anoche se gastaron toda la leña seca que teníamos guardada, y hace un frío de re cagarse.

Voy a ver cuánto duro sin quemar este cuadernito para prenderme un fueguín. Espero que Juancho no se enoje.