domingo, julio 6

Ni para comer, ni para co...

Con este tema del invierno no hay un soto para cazar en este reverendo bosque. Ni un conejito choto. Ni un canario escapado de jaula. Nada. Nones.

Al Padre Tuc ya lo están mirando con ganas.

Qué grande el Padre Tuc. Literalmente. Hace dos días que no hay morfi y el turro sigue con esa panza gigante. Anoche se despertó y tuvo que espantar a cascotazos a Alan y a Mole que se le acurrucaron al lado porque estaba calentito el gordo, y en sueños le empezaron a morder los brazos. Pasa que el Padre ama a Dios, pero lo ama porque inventó el chupi. Está todo el día con la damajuana en la mano el Padre. Voy a tener que pedirle que afloje un poco porque en uno de estos días llega a descomponerse. Imaginate el contenido de esa panza. Ay, no, me lo imaginé. Qué horror. Basta.

Pero el hambre no es el problema más grave. También falta de lo otro. No lo voy a escribir porque seré chorro pero soy respetuoso. Además alguno de los Alegres me llega a robar el cuadernito y leer todo en voz alta me re quema. Son capaces.

Yo por ahora me la estoy bancando bárbaro, y eso que la vida en el bosque es bastante dura. Pero estos Alegres están todos re endurecidos pero no de la voluntad, y andan buscando desesperadamente algo donde depositar la fortuna. El otro día lo agarré a Guillermo persiguiendo una ardillita. Pensé que era para comérsela, pero después cuando ví a dónde apuntaba (literalmente), se la tuve que sacar porque me dió pena. Igual nos la comimos porque otra cosa no había.

Claro, estos vivían de joda en joda antes de este tema de Juan Sin Tierra, pero yo me tuve que acostumbrar a que me jodan a mí, porque Mariana es más histérica que stripper con ropa puesta.

Pobre Mariana, hace mil que no la veo, y encima está encerrada en la casa del tío. Algún día de estos, cuando pueda solucionar el tema de la comida y mis hombres estén un poquito más centrados, la voy a rescatar.

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